08 mayo 2013

Crònica de la presentacion en ciudad Mante


Micro relato en la Ciudad
AUSENCIO MARTINEZ
1
Y caminé lo más deprisa que pude para cruzar la calle. Entrar a la sala donde se presentó ese libro del que hoy quiero hablarles y encontrarme de súbito con la brevedad encomiable de los textos que ya parecían flotar entre paredes tapizadas de cuadros y esculturas tecnicistas, fue una cosa simultanea; saludar a Nora Iliana y Ramiro, quienes leerían ante la concurrencia, fue un gusto de los que pocas veces se tienen. Luego, pasear la vista donde los asientos estaban ocupados por gente conocida, amigos en su mayoría, y potenciales amistades aquellos desconocidos, a juzgar por el acercamiento con la literatura; de alguna manera, de muchas maneras, las letras hermanan a la humanidad.
2
“El semáforo cambió del rojo al verde y –el chofer- no avanzó, a pesar de la oleada de cláxones que rompió el silencio de su muerte.”  Relata Víctor González Treviño, en muestra fiel y concreta de los textos que inundan las páginas de este libro; en Brevedad Urbana, Ramiro Rodríguez compila micro relatos de escritores que, de una manera u otra, participan en el desarrollo actual de Tamaulipas, con la particularidad que los textos reunidos habitan en su totalidad un ambiente urbano y que proponiéndoselo o no, logran lo que parece ser una fusión de géneros que va desde el periodismo irreal con su nota roja y reportaje imposible, hasta la novela comprimida pasada por las aguas de una poesía cruda y de la comedia cotidiana. Esto y no otra cosa, según señala Ramiro, es la ventaja más grande, por así decirlo, del microrrelato: la más completa libertad de expresión y la fusión de estilos y géneros.
3
En la obra antologada de los escritores, se percibe una paridad importante de fuerza y calidad, lo que da al libro el discurso que lo hace interesante a los ojos del mas avezado lector, y aunque, cierto es, el escritor sólo expresa lo que le conmueve, sin esperar, en el momento que le brotan las historias, otra cosa que aliviar la urgencia interior de apagar esa necesidad de decir lo que otros callan o que expresan en otras formas menos asimilables, aunque la literatura, en ocasiones sea para algunas personas un bocado difícil de digerir. Así, este libro y los escritores que lo conforman vienen a refrescar el panorama de la minificción, y a mi entender, reúne las características necesarias para nutrir con creces el acervo editorial de nuestro estado y de el país, porque, toda obra surgida genuinamente merece el beneficio de ser expuesta y escudriñada por el ojo clínico del ser común, o del hombre poco común, a saber.
4
Así, concebir el relato en un lapso de tiempo similar al que ocurre cuando la aparición del relámpago, mientras discurre frente a nuestros ojos toda una cauda de visiones en lo que dura la luminosa ramificación en flashazo sostenido apenas un instante en medio de la penumbra, luego todo queda a oscuras, pero en el interior nuestro, se ha comenzado a completar el circuito neuronal, en menos de lo que se hace un tris con la yema de los dedos, reacción eléctrica que algunos llaman sinapsis, pero que yo puedo aventurar a nombrarla inspiración, entonces, en un lapso reducido de tiempo surge el relato cuya característica principal es la economía de las palabras utilizadas, para decir lo suficiente a los que escuchan o leen como lo que pudiera ser el viaje más largo, por los lugares más increíbles a bordo de un coche compacto, sin que la comparación resulte afrentosa para los autos espaciosos o los cuentos y novelas de largo aliento.
Concebir el micro relato, decía, es un buen comienzo para los que gustamos de la narrativa, desde cualquier manantial y hacia todas sus vertientes.

5
Entonces, participar en la presentación de Brevedad Urbana, la Antología de Microrrelato en la Ciudad, que compila Ramiro Rodríguez, quien hizo el obsequio junto con Nora Iliana y Carlos Acosta de una lectura amena y sustanciosa a  los presentes en la Galería Municipal de Arete, ha sido un gran honor para quien esto les dice, y definitivamente pienso que la labor que nuestro amigo Ramiro es a todas luces digna del aplauso y reconocimiento que se le prodiga cada vez que se presenta en nuestro pueblo, y seguramente en otros lugares del estado. Pudiera ser que todo esto resulte poco o que parezca  irrelevante, para lo que se persigue al escribir, pero, vayan desde estas letras un extenso reconocimiento a Ramiro, Nora Iliana y a todos los escritores quienes forman parte de este libro.

04 mayo 2013

Centenario de la Toma de Reynosa

• El General Lucio Blanco invade Reynosa el 10 de mayo de 1913. Los ecos de una eminente revolución en México se dejaban sentir cada vez más fuerte en la Villa de Reynosa, una vez asesinados Francisco I Madero y Pino Suarez en febrero de 1913, y en franca complicidad con la embajada de Estados Unidos de Norteamérica, Victoriano Huerta asume la jefatura del País, la reacción inmediata del norte fue la proclamación del plan de Guadalupe promovido por Venustiano Carranza Gobernador del Estado de Coahuila. Carranza consideró la investidura presidencial de Huerta como anticonstitucional, proclamando respeto y observancia de la Constitución de 1857, a este movimiento lo denominó constitucionalismo y atrajo a la mayoría de los jefes militares al servicio del ex presidente Francisco I Madero. La zona noreste fue encomendada al General Lucio Blanco , quien avanzó desde Coahuila al frente del regimiento “Libres del Norte” rumbo a Tamaulipas, donde ocupó en su primera etapa las villas de Burgo, Méndez, San Fernando y Jiménez. A principios de mayo se encamino sobre la frontera y decidió tomar Reynosa, previo al ataque aisló a la Villa al destruir las vías ferroviarias de acceso, lanzándose a la carga el día 10 de mayo y tomando después de un corto tiroteo con la guarnición sostenida por el 27 Regimiento bajo el mando del Teniente Severiano Cervantes y el Coronel Victor Piña, ambos huyeron rumbo a matamoros. Al ser tomada la Villa de Reynosa aprehenden al alcalde Esiquio de la Garza quien administraba el pueblo desde varios periodos atrás desde 1905. Después de la aprehensión de Esiquio, la Villa de Reynosa nombra al señor Simón González, quien después renuncia y sube como alcalde Rafael Quintanilla en ese mismo año de 1913.
 Éxodo de Los ricos del pueblo
Las familias mas destacados de la Villa no dudaron en solicitar asilo a las hermanas ciudades del Valle de Texas por el miedo que los “revoltosos” hicieran daño a sus esposas e hijos. Las fuerzas carrancistas al mando del General Lucio Blanco llegaron el 9 de mayo y enviaron un comunicado al Jefe Militar que protegía la Plaza, con copia al presidente municipal Esiquio de la Garza, y decía: “para que usted sepa que voy atacar la Plaza, si no me es entregada, ustedes permitan la salida por lado norteamericano de los no combatientes ,principalmente a las familias para evitarles las molestias propias del asalto”. La noticia de la invasión corrió como reguero de pólvora y las tres lanchas que servían de paso al lado americano no se dieron abasto desde la mañana del 9 y parte de la mañana del día 10, casi toda la gente se fue. La noche del día 9 de mayo , la villa de Reynosa cayó en un profundo silencio, el palacio Municipal desierto, La iglesia también, las tiendas con sus trancas, el silencio era sobrecogedor. Algunas gentes a pesar de la amenaza de los “revolucionarios” llegaron a la estación del tren, pues es día 10 de mayo también se había programado por el gobierno federal la inauguración del “Tren Directo” del Retamal Reynosa-Monterrey – Matamoros. Desde la estación del ferrocarril las personas pudieron observar que venían los hombres armados del General Lucio Blanco, procedentes del “charco Escondido” todos corrieron a refugiarse a la Villa.

 Fusilan al alcalde de la Villa en el panteón.

Al tomar el General Lucio Blanco , la plaza de la Villa , el tiroteo se inicio en la esquina de las calles  Porfirio Díaz y Guerrero, los defensores contestaron desde la azota de la casa de Don Gerardo M. Gutiérrez  que estaba frente al Mercado Zaragoza, a mitad de la cuadra, por la calle Matamoros.
Otro grupo de soldados entró por la calle Juárez, disparando de la esquina  de Juárez y Morelos a los pocos defensores que estaban en la torre de la iglesia, no opusieron mucha resistencia y la Plaza fue tomada.
 A las once de la noche del día 20 de octubre  de 1913, don Esiquio  de la Garza, fue conducido por un piquete de soldados al mando del coronel Artigas, lo colocaron al contra el muro del camposanto y bajo un destello que provocaron las carabinas 30-30, cayó fulminado el edil, después de haber estado cinco meses bajo el celo de los revolucionarios.

Por: Víctor Manuel González Treviño
miembro de honor Sociedad de Historia de Reynosa.
fuentes: “Cronologia de Reynosa” de Arnoldo De Gárate, “A la orillita del río” de Minerva Morales, Archivo Municipal.