19 octubre 2010

EL Suplente/Vico G

-La víbora asada no es mi platillo favorito, pero que remedio,tengo que aguantarme. Bien me dijo la tía Clotilde cuando de chamaco: - “Hay que enseñarse a tragar de todo, Teo”-. Y es que la merita verdad, las verduras no me entraban en el cogote y si entraban a la fuerza, las tripas pa´ luego es tarde las regresaban. Ahí veían a la tía toda enmuinada limpiando mi regazón. ¡No, mi platillo favorito es el mole de codorniz!, ahí me divisaba su merced corriendo atrás del animalero con la intención de apretarles el pescuezo, desplumarlas y echarlas al balde de agua hirviendo.
Pa’ ese tiempo, la tía ya había preparado el mole y el nixtamal.
-¿Mis tatas? No, pos no los conocí; desde que tengo uso de razón me cuidaba la tía Cleo. Y luego me fui a la plantación del patrón desde muy huerco, por eso no estoy leído, ni falta hace, tengo dos manos para sacar la tragazón. Pero, pos como no me gustan las injusticias, cuando vi al capataz azotar a Remigio El Manco, me enmuine tanto y le enfilé el machete en medio del cráneo.
Para luego es tarde azotó como un costal de papas. Bien tieso, que Diosito lo tenga en su Santa Gloria. -Jüyete Doroteo, alcancé a escuchar a la plebe y pos desde entonces estoy acá en la sierra.
Ah entones su merced es un general de la revuelta. ¿Oiga su merced y me podrá enrolar? Yo sé que me escucha a pesar de la fiebre, ¡Oiga está honda la herida! ¿Qué? Mesmamente, será un honor llevar el mensaje a su gente, pero será hasta que aclare. Buenas noches.
-Despierte, oiga no me haga eso. Me lleva la fregada ya se petatió, ni su nombre me dijo. Bueno está grabado en la solapa, pos quedo igual le dije que no soy leído. Usted dispense voy a tomar sus ropitas, porque, las garras que yo porto pos no son muy lucidas pa` llevar su mensaje. También me llevo su sombrerito, regresando del encargo se los devuelvo pa que lo entierren con sus pertenencias.
-Alto, ahí, levante las manos—
-A jijos cuantos pelaos revoltosos y se ven con cara de jijos del maíz.
-Soy el teniente Felipe Ángeles y está en territorio… ¡Mi general Francisco Villa! -Soldados bajen las armas es el mismísimo general.
-Disculpe mi general no vi su nombre y estos indios iletrados no lo conocen.
-No sé preocupe, yo entiendo, también soy iletrado pero con mucha voluntad.
-Mi General, este es su ejército y allá esta el depósito de los motines atiborrado de joyas y monedas de oro.
-Pues a repartirlo entre la gente jodida y vamos contra los “pelones”
-Si mi general, lo que usted ordene.
-Ansina me gusta.
-Teniente, un favor, allá en la sierra esta el cuerpo de un buen amigo llamado Doroteo Arango, mande unos hombres para que le den cristiana sepultura.
- Lo que ordene mi General, otra cosa que se apetezca.
-Pos, viéndolo bien ya hace hambre, ordene a las mujeres que preparen mole y mande a unos muchachos a cazar codornices.

01 octubre 2010

Deja Vu/Vico G

Fermín y Gustavo esperaban ansiosamente la hora de la salida. Ya en el recreo se pusieron de acuerdo para ir a la vieja casona abandonada. Nadie más del Colegio deseaba acompañarlos- Ahí espantan- decían sus compañeros de clases. Fermín convenció a Gustavo después de leer un recorte del periódico donde una pareja de novios decidieron quitarse la vida y que a partir del trágico suceso se aparecían. - Y se escuchan muchos ruidos- decían algunos vecinos. Las señoras al pasar por ahí se persignaban y murmuraban algún rezo. Los envalentonados muchachos llegaron y esperaron que la noche cubriera su aventura. Entraron por una vieja reja del patio trasero. Gustavo fue el primero que sintió un escalofrío recorrer su espalda y Fermín unos pasos delante de su compañero, vio una sombra moverse. No podían gritar. La sombra fue creciendo y avanzando hacia ellos. Una enorme mancha oscura, proyectada por la luz de la luna, se deslizaba sobre las paredes. No supieron en que momento cerraron sus ojos y se cogieron de manos-Muy mal visto entre niños- pensaba cada uno en los consejos de sus padres. Primero gritó Gustavo y después en un alarido estridente continuó Fermín. Cuando levantaron sus párpados, sus compañeros estaban mirándolos- ¿Qué sucede?- cuestionó la maestra.
-Lo siento me quede dormido Miss-Dijo Fermín
-Yo también- reculó Gustavo.
En ese instante la campana de salida se escuchó y todos en tropel salieron del salón de clase.
-¿Sabes?, mejor ya no vamos- comentó Gustavo.
- Sí- respondió Fermín- Qué es eso de agarrarnos las manos.
Y se fueron a jugar a la pelota.