31 enero 2010

La Guerra de los Blátidos

Autor: Víctor González

Los blátidos se encontraban reunidos en una esquina de la coladera. Sólo faltaba el líder para iniciar el concilio. Las penumbras amenazaban con disiparse y mantenía en alerta a los más ancianos del grupo. ¿Habrá pasado algo? se preguntaban unos a otros. Los más pesimistas se imaginaban lo peor. Sus temores desaparecieron cuando vieron la soberbia sombra de Owen aproximarse. El enorme blátido era la esperanza de la comunidad. Esa noche planearían la rebelión contra el hombre de esa casa. ¡Ya no lo soportamos!- dijo uno de los ancianos. –Por generaciones nuestras especies mueren aplastadas o envenenadas - afirmaban otros.
Uno de los planes era atacar por aire y solicitaron el apoyo del líder de los zancudos, sin embargo, Libélula se negó ser parte de la batalla. -no podemos contra él, es superior a nosotros-. Owen no insistió.
La asamblea de cucarachos avanzaba al igual que las horas nocturnas. El alboroto se inicio cuando las opiniones diferían sobre las armas a utilizar. Tal bullicio despertó al hombre ¡diablos, cucarachas otra vez! dijo al mismo tiempo que agarraba el insecticida.
Una densa niebla invadió la coladera. Los golpistas se dieron cuenta demasiado tarde. Poco a poco cayeron fulminados los más viejos, otros corrían desesperados para salvarse. Owen se ahogaba y estaba pataleando cuando lo atraparon de las antenas.- m,m,m, que especie tan interesante- expresó el hombre de la casa. El cadáver del líder de los blátidos fue confinado en el interior de un recipiente de cristal para su estudio. Al llegar el crepúsculo su hembrea llevaba a la pequeña cría de ambos para contarle la historia de su padre. Una noche no escucharon los pasos del hombre que sigilosamente atacó con un zapato a la cucaracha. El pequeño blátido corrió a refugiarse dejando atrás la mancha café en que se convirtió su madre. ¡Me vengare!-gritó desde un rincón y se marchó para madurar y armar su ejercito.
Fin
Reynosa, 2003

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