20 diciembre 2008

EL Milagro de Bernardo

Autor: Mario Ruíz
(Primer lugar,concurso cuento navideño convocado por la direccion de Cultura de Reynosa)

Bernardo, todas las mañanas por su ventana veía, como su madre y su padre, se

preparaban para salir a trabajar. Como era su costumbre, todos los días la madre de

Bernardo, preparaba un gran termo de chocolate, lo suficientemente caliente y lleno,

mientras el padre, ataba los perros a un trineo, que era el vehiculo que utilizaba

para su traslado al pueblo.

Era la víspera de la navidad, y como siempre, Bernardo se lamentaba el no poder

ayudarlos, pues su incapacidad de caminar no se lo permitía -¡Como me gustaría que en

realidad existieran los milagros! y me sacaran de esta cama- dijo, pensando, que así

podría salir, al igual que ellos, en busca del sustento, –o le ayudaría a mi padre a

cortar leña- agrego. Pero esos, solo existen en los cuentos- afirmando y suspirando

con un dejo de tristeza.

Cuando se disponía incorporarse, estirando sus brazos para alcanzar la silla de ruedas,

que su padre había acondicionado, con ruedas de bicicleta, ya que conseguir una, era

muy difícil, su economía no se los permitía, Bernardo resbalo de la cama y por más

intentos que hizo, no pudo alcanzarla; durante un buen rato permaneció tirado en el

suelo, pensando como hacerle, cuando de pronto la puerta se abrió y un viento helado se

apodero de la habitación, Bernardo cubrió su rostro para protegerse, la puerta se cerro,

apareciendo por ella un hombre de aspecto místico: corpulento y barbado, Al verlo,

Bernardo asustado, pregunto -¿Quién es usted?- el hombre no contesto, solo miró,

tratando de localizar de donde procedía la voz, -por favor, no me haga daño- suplico,

-¿Estas solo?- Pregunto el hombre, sacudiéndose los restos de nieve de su cabeza,

-¡Si!, mis padres fueron al pueblo, a vender leña.- por un instante se hizo el silencio

-¿Qué haces en el suelo?- pregunto, - me caí al intentar alcanzar mi silla- El hombre al

observar la silla, que precisamente se encontraba entre penumbras, ya que a la

habitación solo entraba un pequeño rayo de luz a través de la ventana.

Sorprendido se disculpo, y apenado lo tomó entre sus brazos, depositándolo sobre su

silla, -disculpa mi torpeza, no me había percatado de tu condición, mi intención no era

asustarte, entre pensando guarecerme de la tormenta de nieve que se me vino encima-

Bernardo, no dejo de mirar todos sus movimientos y al cabo de un rato le inspiro

confianza, apesar de su enorme tamaño; su aspecto era dulce, su barba blanca y sus

cabellos brillaban como la luna.

Bernardo le agradeció su ayuda y como recompensa le brindo una taza de chocolate

caliente que el mismo le sirvió.

Así, pasaron un buen rato, charlando, mientra la nieve dejaba de caer, el hombre

complemento su charla haciendo énfasis, de que esa noche, seria noche Buena y el

siguiente día, el panorama tendría que ser el mejor para todos en el mundo, por que esos

eran los deseo, que, Dios, quiere para sus hijos, cuando de pronto, de los ojos de

Bernardo, asomaron un par de lágrimas. -¿Qué pasa?- pregunto el hombre -¿No eres

feliz?-, Bernardo despojándose de la manta que cubría sus piernas le dijo –Yo pienso

que no soy bien visto por Dios, por lo tanto no creo que me considere su hijo- El

hombre acercándose , tomo sus piernas y dijo -¡Dios quiere que tus piernas vuelvan a

moverse!– Tomando nuevamente la manta, las cubrió y agrego –Si tú se lo pides con

el corazón en tus manos, él te escuchara y se hará el milagro-.

Cuando de pronto, milagrosamente, por la ventana entro un rayo de luz, tan fuerte que

ilumino las piernas de Bernardo, permitiéndole sentir, su calor.-¡que extraño!, este rayo

de luz calienta mis piernas, Dios sabe que todo lo que mas ambiciono en esta vida, es

recobrar la fuerza –.

Afuera la nieva había dejado de caer, el hombre recobro el aliento y decidió emprender

de nueva cuenta su viaje, - A llegado el momento de marcharme, me espera una gran

jornada- Bernardo, le agradeció su compañía y el haberle dado un poco de esperanza, se

despidieron. El hombre abrió la puerta para emprender su camino, Bernardo sin darse

cuenta se levanto, siguiendo sus pasos, se paro en la puerta observando al hombre que

se alejaba por entre los árboles copados de nieve, entre un viento helado, por un

momento la vista de Bernardo se empaño, sin poder ver mas aya de su nariz, con

sus manos froto sus ojos para recobrar su vista y al levantar su mirada su sorpresa fue

mayor al ver a sus padres frente a el, quedando perplejos al contemplar el milagro, el

padre sorprendido exclamo ¡Milagro! Caminas, la madre broto en llanto, abrazando a su

hijo que felizmente daba sus primeros pasos.

Entraron a la casa y tras cerrar la puerta se escucho únicamente un fuerte viento y una

risa a lo lejos. ¡jo, jo, jo, jo, ¡

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