autor:Víctor González
Todos los días subía a ese edificio de treinta pisos, además de viejo, ya estaba cansado. Casi treinta años descendía y ascendía distintos niveles. Sucedió lo inevitable, un aciago día, comenzó a faltar el oxigeno. Jadeaba y se tambaleaba .Se quedo inmóvil. La gente comenzó a gritar pidiendo auxilio. Al poco tiempo apareció un hombre vestido con una bata blanca, y de un maletín negro saco un aparato. Ante el estupor de todos procedió a revisarlo. Sin contemplaciones dictamino que el edificio necesitaba un elevador nuevo.
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