Autor: Víctor González
A las cinco de la mañana suena el radio-despertador, aturdido se levanta dando traspiés rumbo al baño. Se afeita, después una ducha con agua fría para despertar completamente. Se sirve una taza de café y fuma un cigarro. Despacio se viste, se mira en el espejo, comienza a contar sus arrugas al mismo tiempo abotona su camisa.
Comienza a tocar las paredes de su casa, aun no abre las ventanas. Sin darse cuenta en que momento camina por el techo. Se detiene a observar a una araña, el insecto se cohibe. Entiende el mensaje,y se desliza por un hilo de seda alejandose del arácnido.
Ahora deambula en círculos. Se topa frente a él , comienza a insultarlo ¡largarte!, ¿que haces aquí?, ¡no te quiero ver!, ¡eres una vasca!, ¡un parásito come mierda!.
No le contesta ,solo imita cada movimiento de su agresor. Se enfada, lanza un puñetazo, brota la sangre; otro golpe, más sangre. Al límite de la ira, da un cabezazo y la sangre no le permite verlo, poco a poco guarda silencio.
Se da cuenta que falta un botón. No le da importancia. Observa la hora, ya es tarde a las seis debía de estar en el hospital. Timbra el teléfono y descuelga la bocina. Una voz indiferente y triste avisa que su hijo murió golpeándose contra el espejo. Cuelga y seriamente sube a su cuarto. Despierta a su mujer, la abraza, lloran. Voltea a ver el espejo y lo lanza por la ventana, haciéndose añicos contra el suelo.
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