-La víbora asada no es mi platillo favorito, pero que remedio,tengo que aguantarme. Bien me dijo la tía Clotilde cuando de chamaco: - “Hay que enseñarse a tragar de todo, Teo”-. Y es que la merita verdad, las verduras no me entraban en el cogote y si entraban a la fuerza, las tripas pa´ luego es tarde las regresaban. Ahí veían a la tía toda enmuinada limpiando mi regazón. ¡No, mi platillo favorito es el mole de codorniz!, ahí me divisaba su merced corriendo atrás del animalero con la intención de apretarles el pescuezo, desplumarlas y echarlas al balde de agua hirviendo.
Pa’ ese tiempo, la tía ya había preparado el mole y el nixtamal.
-¿Mis tatas? No, pos no los conocí; desde que tengo uso de razón me cuidaba la tía Cleo. Y luego me fui a la plantación del patrón desde muy huerco, por eso no estoy leído, ni falta hace, tengo dos manos para sacar la tragazón. Pero, pos como no me gustan las injusticias, cuando vi al capataz azotar a Remigio El Manco, me enmuine tanto y le enfilé el machete en medio del cráneo.
Para luego es tarde azotó como un costal de papas. Bien tieso, que Diosito lo tenga en su Santa Gloria. -Jüyete Doroteo, alcancé a escuchar a la plebe y pos desde entonces estoy acá en la sierra.
Ah entones su merced es un general de la revuelta. ¿Oiga su merced y me podrá enrolar? Yo sé que me escucha a pesar de la fiebre, ¡Oiga está honda la herida! ¿Qué? Mesmamente, será un honor llevar el mensaje a su gente, pero será hasta que aclare. Buenas noches.
-Despierte, oiga no me haga eso. Me lleva la fregada ya se petatió, ni su nombre me dijo. Bueno está grabado en la solapa, pos quedo igual le dije que no soy leído. Usted dispense voy a tomar sus ropitas, porque, las garras que yo porto pos no son muy lucidas pa` llevar su mensaje. También me llevo su sombrerito, regresando del encargo se los devuelvo pa que lo entierren con sus pertenencias.
-Alto, ahí, levante las manos—
-A jijos cuantos pelaos revoltosos y se ven con cara de jijos del maíz.
-Soy el teniente Felipe Ángeles y está en territorio… ¡Mi general Francisco Villa! -Soldados bajen las armas es el mismísimo general.
-Disculpe mi general no vi su nombre y estos indios iletrados no lo conocen.
-No sé preocupe, yo entiendo, también soy iletrado pero con mucha voluntad.
-Mi General, este es su ejército y allá esta el depósito de los motines atiborrado de joyas y monedas de oro.
-Pues a repartirlo entre la gente jodida y vamos contra los “pelones”
-Si mi general, lo que usted ordene.
-Ansina me gusta.
-Teniente, un favor, allá en la sierra esta el cuerpo de un buen amigo llamado Doroteo Arango, mande unos hombres para que le den cristiana sepultura.
- Lo que ordene mi General, otra cosa que se apetezca.
-Pos, viéndolo bien ya hace hambre, ordene a las mujeres que preparen mole y mande a unos muchachos a cazar codornices.
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