30 diciembre 2009

La Voz

Autor: Víctor González T

No encontró respuestas en esa cantina ni en el alcohol que bebió hasta perder el conocimiento y quedar clavado en la mesa al fondo del lupanar. Despertó tirado en la calle y con él la vocecita que lo orillo refugiarse esa mañana en la cantina “BB y Vete” del barrio centralito.
“Ve no temas, no pasará nada ya lo has hecho antes” repetía la voz en su cerebro. Esteban se golpeo con ambas manos la frente como si con eso se sacudiera la voz aferrada en su interior. No lo logró, sólo hizo enfurecer más a la voz que ahora gritaba “hazlo, hazlo, hazlo”.
¿Qué quieres de mi? gritó Esteban, manoteaba en el aire cuando se acercó un policía intrigado por su compartimiento ¿qué sucede, señor, se encuentra bien?
Sí, si, no se preocupe oficial- responde Esteban, pero la voz se interpone- ¡dile que no se meta en lo que no debe!- ¡Cállate!
¿Perdón? – No oficial no le dije a usted, es queeeee, la verdad no sé qué me pasa.
El policía observa que anda desaliñado y sucio; y percibe el aliento alcohólico, ¿bebió usted? Me va tener que acompañar a la delegación.
No por favor, mire si me encierra, se va enojar-
¿Quién se va enojar? La voz que vive en mi cabeza
¿Y desde cuando vive esa voz en su cabeza?
-Desde ayer, me dice que vaya a una brecha donde supuestamente hay un cuerpo enterrado-
El oficial se sorprende y pide refuerzos. A la brevedad varias radio patrullas cercan la calle Querétaro del Centralito para someter a Esteban.
La crujía donde instalaron a Esteban se encuentra húmeda y olorosa a orines. Es un espacio apartado de las demás celdas. Un cuarto de interrogatorio. La voz ya no dice nada. Y Esteban ya no sabe porqué está ahí. Dos policías de investigación criminal llegan a la crujía y comienzan a interrogarlo.
-¿A quién mataste? ¿A tu mujer? ó ¿Novia u amante?
- ¿Qué se me hace que mató a su mayate? dijo otro policía de rostro adusto que se tocaba la barbilla en repetidas ocasiones.
- Mira cabrón, más te vale que nos digas o te va peor
- Es que yo no sé nada, es la voz la que me dijo eso, lo juro
- ¡Déjate de chingaderas y dime donde está el cuerpo!
- ¡No lo sé!

La voz no se manifestó y el pobre Esteban recibió una tunda clásica de lo interrogatorios; toques eléctricos en los testículos, alfileres en las uñas, su cabeza sumergida en un balde de agua, golpes y tablazos en los glúteos. Cuando la voz quizo reaccionar ya era demasiado tarde, Esteban no se movía, dejó de respirar, se fue, abandonó a la voz.

-¡Noo, no me abandones, no te vayas!- gritaba la voz desesperada.

Los policías pasaron el reporte a su superior y trasladaron el cuerpo de Esteban a la fosa común. Nadie reclamó el cuerpo. Ni la voz que coqueteaba con uno de los policías del interrogatorio.
La voz se acerco sutil al oído del policía y murmuro algo-“Refugio, ve a la brecha 102 a un lado del Mesquite hay un cuerpo, soy yo, sácame por favor”-
Refugio se levantó de su escritorio y con refuerzos fue a la brecha donde encontraron el cuerpo de una mujer enterrada bajo un mezquital.
¿Cómo supo oficial?- preguntó el superior.
-Intuición policiaca, jefe- contestó Refugio
-Déjese de fregaderas, qué se me hace que el occiso cantó antes de estirar la pata- reviró el jefe policiaco.
Refugio sólo sonrió y de pronto se tocó la cabeza. En su interior miles de vocecitas se aglomeraban atropellándose, unas más claras, otras fuertes, otras indescifrables, pero todas pidiendo ser rescatadas.
¿Qué la pasa oficial?
No lo sé, pero creo que vamos a tener mucha chamba de ahora en adelante- dijo Refugio dirigiéndose a una vereda donde sobresalía la mano de un cadáver.

Fin

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente, victor, sigue trabajando y edita ya.. tu amigo Elmer

Pablo Violante dijo...

Un saludo

exito a la pagina siempre!

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