por Víctor González
EN UNA NOCHE DE TANTAS, CUANDO EL TRABAJO DE CADA DÍA ENTREGA SU FRUTO SEMANAL (O QUINCENAL), CIENTOS DE INDIVIDUOS VUELVEN A LA VIDA, SU CORAZÓN PALPITA CON MAYOR CELERIDAD Y LA ADRENALINA CORRE POR SUS VENAS.
NO CON POCA IMAGINACION INVENTAN CUALQUIER PRETEXTO PARA ESCABULLIRSE A SUS SUFRIDAS ESPOSAS, CANSADAS DE FREGAR PLATOS, BARRER LOS CUARTOS Y ATENDER A LOS ESCUINCLES.
SON LAS ONCE DE LA NOCHE Y EN AQUEL TUGURIO DE MALA MUERTE LLAMADO EL TIZOC, ANTES EL 65 BAR, SE ESCUCHA UNA ROLA PEGAJOSA.
EL PARROQUIANO SE INTRODUCE AL INTERIOR (NI MODO QUE AL EXTERIOR) Y SE ACERCA A LA BARRA, SORTEANDO LAS MESAS CON SILLAS DESVENCIJADAS QUE FUERON COLOCADAS CATICAMENTE SOBRE LA SUPERFICIE DISPONIBLE.
UNAS PAREJAS BAILAN ALEGREMENTE AL SON DE UNA CUMBIA, SUS CUERPOS SE CONTONEAN Y EL SUDOR CORRE POR LA ESPALDA, HASTA LLEGAR AL SITIO DONDE ESTA PIERDE SU CASTISIMO NOMBRE.
UN INDIVIDUO JOVEN TOMA A SU PAREJA Y LE DA INCONTABLES VUELTAS, AUNQUE INCREIBLEMENTE ELLA NO RESULTA MAREADA.
ES UNA JOVEN MORENA DE ESPIGADO CUERPO Y AGIL PASO QUE SE ASOMBRA ANTE LAS EVOLUCIONES DE SU COMPAÑERO DE PISTA.
TRAS UNAS CUANTAS MELODIAS, DECIDEN IR A SENTARSE.
ES MEDIA NOCHE YA Y SE ANTOJA UNA CERVEZA BIEN MUERTA PARA PAGAR LA SE QUE PROVOCO EL ESFUERZO.
SE NOTAN LAS RESPIRACIONES AGITADAS Y POCO A POCO LA MESA SE LLENA DE BOTELLAS VACIAS, DE CASCARAS DE LIMON CHUPADAS Y DE MORRALLA QUE VA TRAYENDO EL INEFABLE MESERO.
UN DESCANSITO. UNA NUEVA ROLA Y ¡VAMONOS! A BAILAR DE NUEZ.
YA DE MADRUGADA, AMBOS SE PIERDEN ENTRE LAS CALLEJUELAS DE AQUEL SORDIDO BARRIO Y SE INTRODUCEN EN UN HOTELUCHO DE MALA MUERTE
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