Por Rúben Hernández
El pánico se ha apoderado de la ciudad, en las calles la gente se dispersa, se esconde y se encierra donde puede.
Se ha creado una psicosis, un miedo terrible a la gente, todos se aíslan y se dan la vuelta, los vecinos ahora son extraños, se desconocen, no hay saludos ni sonrisas todo queda detrás del cubre bocas. El mal esta en el aire y se expande con todo lo que toca. Se han suspendido las clases en las escuelas y guarderías. En las oficinas, talleres, maquiladoras, negocios, etc. En esta oficina seguimos trabajando, pero se toman las debidas precauciones…se desinfectan las perillas de las puertas, las manijas de las llaves, los teléfonos, las puertas, las sillas, los pisos, los teclados y hasta los escritorios…la psicosis esta aquí adentro. Los empleados no se tocan, no se hablan, hay un miedo terrible a la gente, todos se aíslan y se dan la vuelta, ni se quieren ver para no contagiarse, el miedo de contagiarse es más fuerte que las relaciones, usan codos y muñecas para abrir y cerrar, usan los pies para mover algunas cosas, pero…hay algo extraño en esta oficina…siguen almorzando las mismas Gorditas de la esquina, esas que son de chicharrón en salsa, de deshebrada y de huevo con chorizo, que fueron elaboradas en quien sabe que condiciones, pero eso si, solo se quitan el tapabocas para morder la gordita y para tomar su coca cola Light, no vaya a ser que por dejar arriba el tapabocas mas tiempo del necesario se vaya a infiltrar el virus por la cercanía de sus compañeros que degustan también del mismo manjar mientras discuten la peligrosidad del asunto y de la importancia de protegerse ante ese mal.
También siguen sacando las mismas coca-colas Light para acompañar a sus gorditas, de ahí, de la misma maquina empotrada a un lado de la puerta de acceso a estas oficinas y de la cual nadie se encargo ni se acordó de desinfectar. La maquina de las golosinas sigue trabajando y despachando a diestra y siniestra sus productos los cuales tampoco se les desinfecto y mucho menos a la maquina expendedora y los compañeros siguen consumiéndolas, pero eso si, la puerta de acceso esta cerrada con llave y nadie puede ingresar, cualquier asunto a tratar será atendido únicamente por la ventanilla y si el solicitante utiliza cubreboca.
En estos tiempos y en los de siempre...Hallan consuelo los creyentes en la oración y buscan afanosos los científicos la cura y el tratamiento...
Pero quienes no somos ni una cosa ni la otra seguimos saliendo a las calles con una secreta esperanza. Ojala no me contagie, ojala no me asalten, ojala no me roben, ojala no tenga un accidente, ojala no haya otro terremoto… de nuevo la misma historiaOjala.
Que pena pues las gentes que mas se paniquen son las primeras que sentirán los síntomas y no precisamente por contagio si no por autosugestión.
Pd. Ya se van a legalizar las drogas, ¿alguien a dicho algo?
El pánico se ha apoderado de la ciudad, en las calles la gente se dispersa, se esconde y se encierra donde puede.
Se ha creado una psicosis, un miedo terrible a la gente, todos se aíslan y se dan la vuelta, los vecinos ahora son extraños, se desconocen, no hay saludos ni sonrisas todo queda detrás del cubre bocas. El mal esta en el aire y se expande con todo lo que toca. Se han suspendido las clases en las escuelas y guarderías. En las oficinas, talleres, maquiladoras, negocios, etc. En esta oficina seguimos trabajando, pero se toman las debidas precauciones…se desinfectan las perillas de las puertas, las manijas de las llaves, los teléfonos, las puertas, las sillas, los pisos, los teclados y hasta los escritorios…la psicosis esta aquí adentro. Los empleados no se tocan, no se hablan, hay un miedo terrible a la gente, todos se aíslan y se dan la vuelta, ni se quieren ver para no contagiarse, el miedo de contagiarse es más fuerte que las relaciones, usan codos y muñecas para abrir y cerrar, usan los pies para mover algunas cosas, pero…hay algo extraño en esta oficina…siguen almorzando las mismas Gorditas de la esquina, esas que son de chicharrón en salsa, de deshebrada y de huevo con chorizo, que fueron elaboradas en quien sabe que condiciones, pero eso si, solo se quitan el tapabocas para morder la gordita y para tomar su coca cola Light, no vaya a ser que por dejar arriba el tapabocas mas tiempo del necesario se vaya a infiltrar el virus por la cercanía de sus compañeros que degustan también del mismo manjar mientras discuten la peligrosidad del asunto y de la importancia de protegerse ante ese mal.
También siguen sacando las mismas coca-colas Light para acompañar a sus gorditas, de ahí, de la misma maquina empotrada a un lado de la puerta de acceso a estas oficinas y de la cual nadie se encargo ni se acordó de desinfectar. La maquina de las golosinas sigue trabajando y despachando a diestra y siniestra sus productos los cuales tampoco se les desinfecto y mucho menos a la maquina expendedora y los compañeros siguen consumiéndolas, pero eso si, la puerta de acceso esta cerrada con llave y nadie puede ingresar, cualquier asunto a tratar será atendido únicamente por la ventanilla y si el solicitante utiliza cubreboca.
En estos tiempos y en los de siempre...Hallan consuelo los creyentes en la oración y buscan afanosos los científicos la cura y el tratamiento...
Pero quienes no somos ni una cosa ni la otra seguimos saliendo a las calles con una secreta esperanza. Ojala no me contagie, ojala no me asalten, ojala no me roben, ojala no tenga un accidente, ojala no haya otro terremoto… de nuevo la misma historiaOjala.
Que pena pues las gentes que mas se paniquen son las primeras que sentirán los síntomas y no precisamente por contagio si no por autosugestión.
Pd. Ya se van a legalizar las drogas, ¿alguien a dicho algo?